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Dicen que escribo naíf
y un cuarto de elegante,
azul añil y amarillo
y una realidad errante.
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Que llevo una cruz,
¡represión en estandarte!,
lo que no me permita yo,
que no lo viva nadie.
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Nadie limpia mis botas
del sarro cuando me abaten,
¡oh libertad divina!, me piden,
madrugue y me rematen.
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Desaliño mis melenas,
me rearmo y leo a Dante,
entreabierto está el portillo
de apatía coagulante.
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8.3.2024
David Fernández del Álamo