Un amigo en el Diversia
me explicó de la importancia,
los kilómetros entre los dos,
jamás serían distancia.
.
Cómo un libro al corazón,
desde el Gospel se entrenaba,
dar salida a su emoción
lo que él tanto ansiaba.
.
Ni los juegos ni palabras,
a este Angel le bastaban,
encontró en el aire y la canción
un idioma para el alma.
.
Y a este Angel no pudieron
derribarle las alas,
me contaron que en Chicago
dos estrellas le velaban.
.
Los sesenta de Mihalia,
que entre cantos suspiraba
los ochenta de otra estrella
que creían que volaba.
.
Hoy junto al mar miraban,
fotografías de la infancia
y un viento polar entraba
por sus ojos y garganta.
.
Y es así como el frío,
les quiere curar el alma,
una rosa y una voz
querido amigo del alma.
David Fernández del Álamo